"Somos más ucevistas que cualquiera" por Asuaje Laidys
“Somos más ucevistas que cualquiera”
El liceo Andrés Eloy Blanco, de Propatria, es más conocido por la revueltas estudiantiles que por el rendimiento académico. Con ese antecedente y un promedio de 11 puntos, Ricardo Parody veía más que enturbiadas sus ganas de graduarse en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela.
“Por esos errores de los liceos pese varios años sin profesor de Matemáticas o Física. No miraba mucho al futuro porque tampoco tenía dinero para costear una universidad privada. Hace cuatro años entre a la UCV y todavía quiero seguir preparándome, voy a terminar Estudios Internacionales para comenzar en Ingeniería Mecánica”, dice Parody, orgulloso de ahora estudiar en la universidad gracias al Programa Samuel Robinson, creado para ayudar a los alumnos de planteles públicos que tradicionalmente no obtienen cupo en los centros universitarios.
Los “samuelitos” son escogidos entre los estudiantes con mejor promedio de los liceos rezagados. El caso de Parody es una excepción, porque en el Andrés Eloy Blanco por lo general no hay buenas notas.”Solo quedé yo y luego estuve condicionado por un tiempo. Todo pensamos que esto es papaya, pero tenemos que sudar la gota gorda para lograr entrar, la lucha no es en un examen sino en un año de formación”, señala.
Ricardo Sánchez, presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la UCV, y el rector, Antonio Paris, ven en el Programa “el puntal de lanza” para organizar la admisión a estudios de pregrado. Los seleccionados reciben clases en 30 semanas de nivelación académica durante las que entrevistas a profesores, estudiantes y egresados de las carreras que aspiran cursar.
“Porque no todo lo que brilla es oro”, acota María Eugenia Sánchez, quien terminó estudiando Administración, pese a que sus notas en Matemáticas siempre le hicieron pensar que era mala con los números. Tras un inventario de inteligencias, su imagen sobre sí misma cambio.
“Uno no se conoce al salir del liceo. Hay gente que quiere estudia Medicina y le tiene asco a la sangre. Aquí van al fondo del asunto, que es encontrar las destrezas y la verdadera vocación. Todo el mundo debería pasar por un Samuel Robinson”, expresa, un minuto antes de hacer una afirmación que es vitoreada por sus compañeros: “Somos más ucevistas que cualquiera”
En 8 de cada 10 casos, las personas que se incorporan al Programa alcanzan la meta de cursar estudios en la UCV, venciendo, adicionalmente, otra barrera: lograr ingresar en las carreras con mayor demanda, como Ingeniería, Comunicación Social y Administración.
La autoexclusión. Zulay Meléndez apenas exuda la adolescencia y es vocera del Samuel Robinson. No ha entrado a la universidad pero enseña a otros cómo pelear el ingreso. Luego de las pruebas psicológicas, decidió que quiere titularse en Estudios Internacionales, pues a los 16 años ha desarrollado una afición hacia la geopolítica.
“Hay un millón de liceos que no conocen el programa. Lo primero que preguntan es si esto cuesta dinero y cuánto dura. Muchos se autoexcluyen porque sienten que en un año es demasiado tiempo, que están perdiendo un momento importante de sus vidas, pero la gente pierde mañas al cambiarse de carrera. Aquí, en cambio, entramos convencidísimos de que hicimos la elección indicada”. Sólo para medir conocimientos, los egresados del Samuel Robinson repiten la prueba de admisión y obtienen un resultado sobresaliente aunque un año antes hubiesen ocupado el lugar 3.000 de la lista.
Fuente: Asuaje Laidys (2008, 14 Mazo). “Somos más ucevistas que cualquiera”. El Nacional, p. 1
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